CAPERUCITA Y LAS AVES
(Puedes cambiar el texto, la velocidad o el tamaño)
J.S.L. TRABAJO DESARROLLADO POR
http://olesur.com/educacion/
Tiempo: en segundos
100 ms (milisegundos)
200 ms (milisegundos)
300 ms (milisegundos)
400 ms (milisegundos)
500 ms (milisegundos)
600 ms (milisegundos)
700 ms (milisegundos)
800 ms (milisegundos)
900 ms (milisegundos)
1 segundo
2 segundo
3 segundo
4 segundo
5 segundo
6 segundo
7 segundo
tamaño de la fuente
10
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Arial
Acali
Garabatos
Texto
Aquel invierno fue más crudo que de ordinario y el hambre se hacía sentir en la comarca. Pero eran las avecillas quienes llevaban la peor parte, pues en el eterno manto de nieve que cubría la tierra no podían hallar sustento. Caperucita Roja, apiadada de los pequeños seres atrevidos y hambrientos, ponia granos en su ventana y miguitas de pan, para que ellos pudieran alimentarse. Al fin, perdiendo el temor, iban a posarse en los hombros de su protectora y compartían el cálido refugio de su casita. Un día los habitantes de un pueblo cercano, que también padecían escasez, cercaron la aldea de Caperucita con la intención de robar sus ganados y su trigo. -Son más que nosotros -dijeron los hombres-. Tendríamos que solicitar el envío de tropas que nos defiendan. -Pero es imposible atravesar las montañas nevadas; pereceríamos en el camino -respondieron algunos. Entonces Caperucita le habló a la paloma blanca, una de sus protegidas. El avecilla, con sus ojitos fijos en la niña, parecía comprenderla. Caperucita Roja ató un mensaje en una de sus patas, le indicó una dirección desde la ventana y lanzó hacia lo alto a la paloma blanca. Pasaron dos días. La niña, angustiada, se preguntaba si la palomita habría sucumbido bajo el intenso frío. Pero, además, la situación de todos los vecinos de la aldea no podía ser más grave: sus enemigos habían logrado entrar y se hallaban dedicados a robar todas las provisiones. De pronto, un grito de esperanza resonó por todas partes: un escuadrón de cosacos envueltos en sus pellizas de pieles llegaba a la aldea, poniendo en fuga a los atacantes. Tras ellos llegó la paloma blanca, que había entregado el mensaje. Caperucita le tendió las manos y el animalito, suavemente, se dejó caer en ellas, con sus últimas fuerzas. Luego, sintiendo en el corazón el calor de la mejilla de la niña, abandonó este mundo para siempre.