CUENTO:
LA CABRA MONTESINA
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Texto
En una tarde soleada una madre con sus tres hijas estaba cosiendo a la puerta de su casa y como se le acabase el hilo mandó a su hija mayor subir al desván a buscar más hilo. La hija mayor subió y en lo alto de la escalera se encontró con una cabra, que había trazado una línea con tiza en el suelo y le dijo: —Soy la cabra montesina que vivo en montepelado, y al que pase de esta raya me lo como de un bocado. La hija mayor no hizo caso, cruzó la raya y la cabra se la tragó. La madre, al ver que no bajaba su hija mayor, dijo a la mediana: —Sube al desván a ver qué hace tu hermana y bájame el hilo. Al llegar a lo alto de la escalera, la hija mediana vio a la cabra que decía: —Soy la cabra montesina que vivo en montepelado y al que pase de esta raya me lo como de un bocado. La hija mediana no le hizo caso, cruzó la raya y la cabra se la tragó. Como no volvían sus hermanas, después de un rato dijo la hija pequeña: — Madre, ¿quieres que suba yo y baje el hilo? —No, tú eres demasiado pequeña y no lo alcanzas, subiré yo. Al subir la madre, oyó a la cabra que le decía: —Soy la cabra montesina que vivo en montepelado y al que pase de esta raya me lo como de un bocado. La madre atravesó la raya y la cabra se la comió. La hija pequeña, al ver que pasaba el tiempo y no bajaban su madre y su dos hermanas, se puso a llorar amargamente. —¿Por qué lloras, niña? —Le dijo una hormiga que pasaba por allí. La niña se lo contó y la hormiga le dijo: —No llores ni tengas miedo, yo te acompañaré. Y subieron por la escalera y se encontraron con la cabra que les dijo: —Soy la cabra montesina que vivo en montepelado y al que pase de esta raya me lo como de un bocado. La hija pequeña no se atrevía a cruzar la raya y se puso a llorar porque a su madre y a sus hermanas se las había tragado la cabra. La hormiga, sin embargo, dijo a la cabra: —Pues yo soy la hormiguita que vivo en mi hormigar y pica que te pica yo te haré brincar. Y cruzó la raya, saltó a una pata de la cabra, se escondió entre los pelos de la cabra y empezó a darle picotazos en todas las partes del cuerpo. La cabra daba grandes saltos porque le dolían las picaduras de la hormiga y, en uno de ellos, se cayó rodando por las escaleras y del golpe reventó y salieron de su barriga la madre y las dos hijas. Muy felices la madre y sus hijas pensaban cómo agradecer a la hormiguita lo que habían hecho por ellas. —Le daremos un celemín de trigo —dijo la madre. Pero la hormiga dijo: —No cabe tanto en mi taleguillo, no muele tanto mi molinillo. —Le daremos un puñado de trigo —dijo la hermana mayor. —No cabe tanto en mi taleguillo, no muele tanto mi molinillo. —Le daremos un grano de trigo —dijo la hermana pequeña. —Sí cabe tanto en mi taleguillo, sí muele tanto mi molinillo. Y le dieron un grano de trigo y la hormiguita se fue muy contenta. Y así se acaba la historia de la cabra montesina que vivió en montepelado y al que pasaba la raya se lo comía de un bocado. Y colorín colorado esta historia ha terminado.