"Y COLORÍN COLORADO…"


En la clase de Manuel se contó el siguiente cuento para explicar la diferencia entre ser egoísta y ser generoso. La maestra comenzó así:
“Un día, un
peregrino visitó un pueblo de la China. Allí vio mucha gente sentada alrededor de una mesa con muchos alimentos. Sin embargo, todos los que estaban sentados tenían cara de hambre y el gesto demacrado: sólo podían comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.
Impresionado, el peregrino salió del pueblo y siguió su camino; cruzó un río, pasó una montaña y llegó a un valle precioso donde estaba el pueblo más bonito que nadie haya podido imaginar. Con gran asombro vio que también allí había una mesa llena de gente y con muchos
manjares. Sin embargo, nadie tenía mala cara; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que allí cada uno se preocupaba de alimentar con los palillos largos al que tenía enfrente.
El peregrino, después de contemplar la escena, salió del pueblo y se fue a sentar a la orilla del río, un río azul y transparente como el cielo. Y mirando el agua, pensó: “los del primer pueblo eran egoístas y los de este pueblo viven como hermanos”.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.”
A la señorita le gustaba terminar así sus cuentos porque su abuela, que le había enseñado a gustar de los cuentos, siempre los terminaba así.
Manuel le dijo:
- Por favor, señorita, siga más.
- Pero si ya se ha acabado. Ahora, a jugar al recreo.